Dashur, Menfis y Sakkara -The Cairo

Outfit: blusa Ralph Lauren; rebeca Stradivarius; falda HyM; cinturón, fular y zancos Zara;

bolso comprado en la Medina de Fez, Marruecos; aros Primark

Ese fue el último día de nuestro viaje a El Cairo. Por la noche cogíamos el avion de Iberia que nos llevaría de vuelta a España así que teníamos que cumplir el itinerario que nos habíamos marcado: Dashur, Menfis y Sakkara. Y ahí me tenéis, asomada al desierto desde la entrada a la pirámide roja de Dashur 

 

Construida por el faraón Snefru, para acceder a su interior tienes que bajar una descendiente de unos 80 metros antes de llegar a llano y poder acceder por fin a sus dos cámaras subterráneas, conectadas por otro pequeño túnel. Curiosamente su interior está libre de grabados y cuando se descubrió no tenía ningún resto funerario.

En Dashur también está una construcción piramidal única en todo Egipto que es conocida como Pirámide inclinada y que fue construida por el mismo faraón que hizo la Pirámide roja que os acabo de enseñar. Y como fue de las primeras que hizo el hombre pues no le asalió perfecta sino un poquito doblada.

Las pirámides de Dashur, la roja y la inclinada, son las antecesoras de las pirámides de Giza que os enseñé en otra de mis entradas sobre El Cairo.

De Dashur nos fuimos hacia Menfis y por el camino nos íbamos encontrando pequeños núcleos de viviendas agrupadas sin ninguna lógica urbanística, algo realmente frecuente en El Cairo. Como veis, el puente no tiene ni los más mínimos requisitos de seguridad pero la gente cruza por él, de orilla a orilla, con toda la normalidad del mundo.

La ciudad de Menfis, desaparecida hoy día casi por completo, se convirtió en el centro administrativo y religioso del Bajo Egipto. Además, en ella habitaron numerosos faraones e incluso llegó a ser capital del Reino. De sus palacios y templos, que la convirtieron en uno de los lugares más importantes de Egipto, ya no queda más que la memoria.

Mira qué estampa. Cortando la carne a la interperie. Al lado de... ¿un taller de reparación de motos? Nos contaban nuestros amigos cairotas que en aquellos terrenos que pertenecían a lo que fue el antiguo Menfis, la gente había empezado a construirse casas de forma ilegal y que el Estado no lo controlaba. Además, los propietarios de esas casas se estaban enriqueciendo con las excavaciones que hacían en los interiores de sus casas. Excavaban y encontraban restos arqueológicos y numerosas piezas de museo que venden en el mercado negro ¡Y nadie se entera! Increible pero cierto.

Nosotros en Menfis teníamos interés en visitar el Museo Mit Rahina que tiene grandes estatuas de Ramsés II y otros restos arqueológicos. La mayoría de las piezas están al aire libre, lo que me extrañó bastante porque así se deterioran antes.

Algunas piezas eran espectacularmente grandes. Como la del Coloso de Ramsés II que yacía a cubierto.

La otra pieza del museo que llama la atención es la Esfinge de Alabastro. La única en el mundo que se conserva de ese material. No es tan famosa como la de Giza pero mira qué tamaño tiene. Cabeza humana y cuerpo de león con numerosos detalles y abalorios, propios de faraones.

Nos esperaba nuestro siguiente destino, Sakkara, pero antes teníamos que parar a comer así que nos dirigimos a un restaurante muy especial y cercano al complejo funerario. Y como veo que esta entrada está quedando demasiada 'extensa' y no quiero aburriros, aquí lo dejo hasta la próxima en la que os relataré la parte final de este último día en El Cairo.

Foto superior: Juan Marcos Sánchez
Resto Fotos: David Sánchez

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Working Outfit:

Zapatos Pura López

Pichi y Parka Blanco

Collar Mango

Blusa Bimba y Lola

Bolso Benetton

Anillo comprado en Marruecos

Me encanta este pichi de la tienda Blanco. Aparte de ponible es que sienta muy bien. Os acordáis de lo que os comentaba sobre los vestidos de la tienda Blanco en una entrada que escribía sobre diferencias entre low cost y vintage

Pues eso...

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El próximo domingo 22 de mayo, a las 20,30 horas, se interpreta en el Teatro de la Maestranza la Ópera Orfeo y Eurídice de Cristoph Willibald Gluck, en versión concierto, por la Orquesta Barroca de Sevilla bajo la dirección de Enrico Onofri.