Lovely mountains: Fuenteheridos, Huelva

¿Qué tal vuestro fin de semana? Yo al mío le robé un día para volver al pasado a través de mi memoria. Y nada mejor para conseguirlo que trasladarme al sitio promotor de dicho episodio de mi infancia y de paso... deleitarme con los frutos de la tierra, típicos de la estación otoñal. Sí, esas setas gigantes son la mejor pista y el lugar para desgustarlas están en Aracena (Huelva) en el Restaurante Montecruz.

Aracena es la puerta de entrada a ese entrañable rincón que guardo en mis recuerdos y que de vez en cuando visito para que los olores, colores, ruidos... consigan potenciar mis sentidos y hacerme revivir momentos felices sellados en un mes de verano cuando yo solo tenía 8 años.

Volver allí, desata ese impulso infantil dormido por los años y las responsabilidad, algo lógico que llega con la edad pero que es un placer ignorar aunque solo sea por un día, por unas horas, únicas, inolvidables y repetibles cuando yo quiera...

Ese lugar mágico del que os hablo es Fuenteheridos, un pueblo pegado a Aracena, sierra de Huelva, donde pasé un mes de vacaciones con mis abuelos hace ya mucho tiempo. Nunca podré olvidar esas calles empedradas, esos claroscuros dignos de un cuento de Dickens en los que es fácil confundirte con las irracionales sombras y luces que te salen al paso.

Aunque yo estuve en verano, me encanta regresar con frío cuando castañas y bellotas te salen al paso, regalándose. Y es entonces cuando no puedo parar de agacharme y recogerlas aunque luego no sé muy bien qué hacer con ellas.

Buscar entre las ramas, previendo su caída o simplemente admirando lo que ofrecen esos árboles de hojas amarillas y tostadas que conforman un nuevo camino sobre el de piedra que ahora está compuesto por ramas, hojas y puntiagudas cáscaras de castañas.

Outfit: Botas Camper, Vestido y Parka Blanco, 

Rebeca larga massimo Dutti, Bufanda Stradivarius, Bolso Parfois

Y me siento feliz recordando como los niños de allí me enseñaron a hacer coronas de indios con las ramas, a ordeñar las vacas y jugar a los toros (casi me parto la cabeza de una "cornada" contra la baranda de la plaza del pueblo). A mí, una niña de ciudad que alucinaba con esa labor artesana de creación de panes y bollería en los hornos de las tiendas o con la cuajada y mantequilla que se fabricaba con la leche de ruidosas vacas que sacudían el rabo compulsivamente.


No puedo, ni quiero, resistirme a saltar sin control, aún a pesar de resbalarme porque todo está tan húmedo y frío que hasta duele la piel que está al descubierto.



La sibilina noche fue llegando y el final de la jornada se anunciaba inminente. La luna resplandecía en el cielo limpio. Aún nos quedaba un poco más de tiempo antes de partir hacia Sevilla.

Quería visitar la Fuente de los Doce Caños, que recoge las aguas subterráneas del puerto de los Ángeles y el Cerro de los Conejales, situándose en el mismo centro urbano, justamente en la Plaza del Coso, donde antes había un castizo bar que ahora ocupa una sucursal bancaria.

La Iglesia del Espíritu Santo rodeada de nubes amenazantes fue la última imagen que disfruté antes de partir, era ya muy tarde. Con un pellizquito en la barriga y rebozante de añoranza me fui... hasta otra.

Y a vosotr@ ¿Os gusta ir a la sierra en otoño? Tenéis algún recuerdo infantil que aún sigáis evocando?

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Working Outfit:

¿Os gusta el estilo militar? Yo nunca pensé que me aficionaría tanto a esta moda pero ahí está...

gafas de sol H y M, 

botas Lodi, 

guantes Üterque, 

bolso Bimba y Lola, 

rebeca y leggings Blanco, 

blusa Massimo Dutti

pañuelo de seda Mercadillo de San Lorenzo en Florencia, Italia

broche de fieltro fabricado por mi hermana

Abrigo estilo militar de Blanco

Broche Mango

Fotos: David Sánchez Núñez

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