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LO QUE CUNDE LA INFANCIA

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Ahora que están a punto de entrar las Navidades, esta imagen me viene perfecta para explicar que en asuntos de moda, también somos una consecuencia de lo que hemos visto y vestido en nuestros primeros años de vida. Yo lo que creo -y que me quemen en la hoguera los psicólogos- es que en el subconciente hay recuerdos residuales, de modo que cada vez que vemos una revista, pasarela, vamos de compras, por la calle o entramos en contacto con el mundo de la moda por cualquier circunstancia, se reactivan involuntariamente y nos impulsa a consumir un determinado tipo de ropa y complementos.
Desde que tengo uso de razón he sentido especial atracción por los "brillos", especialmente por la plata y el oro. Recuerdo que tenía unas sandalias, de piel plateadas y otras de piel en charol rojas, que me negaba a retirar de mi armario a pesar de que me cortaban la circulación de los pies -cuando se me quedaron pequeñas-. Los zapatos rojos y plateados han sido mis fetiches y siempre, y digo siempre, he procurado tener unos de cada antes de que los anteriores se me destrozaran por el uso (abuso).
Lo del charol rojo estoy segura que me viene por el impacto de los zapatitos de Judy Garlan en El Mago de Oz. Yo tendría 5 ó 6 años cuando se estrenó en el cine Rialto de Sevilla y me llevó meses curarme del shock que ese rojo intenso provocó en mi indefensa mente infantil. Lo del plata, no hay más que ver la foto. Obsérvense las botas, los vestidos y complementos de las azafatas y del propio Melchor (¿o era Gaspar?). En realidad esos vestiditos -muy similares- son como los que se encuentran en estas fechas de fiestas en las tiendas Blanco, Mango o Zara, por decir algún nombre.
Pero aún no he hablado del charol negro de mis zapatos de la foto. Precisamente ahora estoy buscando unos que sean los "realmente para mi" -como una cenicienta cualquiera- pero ni en África de Vicente he logrado encontrarlos. Bueno, miento. En Cortefiel hay unos. Preciosos. Pero rozan los 200 euros. Habrá que esperar a las rebajas o seguir buscando.
En fin, de mi infancia recuerdo muchos detalles de moda "residuales": la piel (mira mi pantalón), el estilo inglés (me encanta ese abriguito), las pamelas en verano para la ciudad, los shorts, el hilo -tenía un vestidito sin mangas de hilo blanco con filas de pequeñísimas margaritas en todo el frontal, los bolsos -de varios colores para combinar con la ropa- a los que soy adicta nowadays...
Bueno pues no termino sin rendir homenaje desde aquí a mi madre -con su insuperable maquillaje de ojos tipo faraona y su adicción a los macro pendientes y tocados de pelo tipo flor, además de esas argollas plata u oro de diferentes tamaños, que usaba y usa constantemente-.
Y a mi abuela -con sus delicadas medias (que me ponía yo en la cabeza a modo de larga melena mientras jugaba que era una famosa bailarina de ballet) y sus combinaciones de seda, ese perfume de Miss Dior que la envolvía como un aura, sus pelucas rubias cenizas y morenas de pelo largo (que antes tanto se llevaban) y esos bolsos y zapatos que han sido para mí como una escuela.
Gracias a todas las mujeres de mi vida: tías y otra abuela, hermanas, primas, profesoras, amigas, enemigas y a mi propia hija, que me han enseñado -y siguen haciéndolo aún- tanto sobre moda IN y OUT.

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